La fuente no sólo era un monumento artístico sino que tuvo desde el principio una utilidad para los madrileños. Tenía dos caños que se mantuvieron rústicos hasta 1862. De uno se surtían los aguadores oficiales que solían ser asturianos y gallegos y llevaban el agua hasta las casas y del otro el público de Madrid. En el pilón bebían las caballerías. El agua procedía de un viaje de aguas que, según la tradición, databa de la Edad Media de la época en que Madrid era musulmán. Tenía fama de poseer buenas propiedades curativas de cualquier mal. Los caños eran incómodos y de difícil acceso y estaban situados en el lugar donde hoy saltan los surtidores. Precisamente por eso en el año 1862, el Ayuntamiento decidió cambiarlos por dos figuras artísticas y de diseño simbólico para la villa de las que manaba ampliamente el agua: un oso y un grifo (animal mitológico equivalente al lagarto) que además fueron colocadas de manera que se facilitara el acercamiento de las gentes. En 1895 fue el traslado de la fuente al centro de la plaza. Con motivo de las obras pertinentes se hicieron nuevas remodelaciones. Se colocó el monumento sobre cuatro peldaños y se le rodeó de una verja para evitar en este caso el acceso. La fuente ya no cumplía su cometido porque la mayoría de las casas tenía o empezaba a tener agua corriente, por lo que el añadido del grifo y el oso se quitó, volviendo así al primitivo proyecto de Ventura Rodríguez. Además se añadieron en la trasera dos amorcillos; uno (cuyo autor es Miguel Ángel Trilles) vierte agua de un ánfora, y el otro (su autor es Antonio Parera) sostiene una caracola. Pero con este cambio no se perdió la traída de aguas del viaje antiguo y para suplir la fuente como tal se construyó una fuentecilla con caño en la esquina de la plaza, del lado de Correos. Esta fuentecilla siguió siendo todo un símbolo para el pueblo de Madrid que allí acudía a llenar cántaros, botijos y botellas, como sus antepasados. La fuentecilla dio lugar a que la música le dedicara una canción: "Agua de la fuentecilla, la mejor que bebe Madrid…"
El grifo y el oso. Fueron añadidos en 1862 en sustitución de los incómodos caños que había, pero en 1895, cuando la fuente se trasladó al centro de la plaza, estas dos figuras se suprimieron definitivamente. El oso era ya una piedra poco reconocible por lo que se optó por su destrucción, pero el grifo estaba en buenas condiciones así que se guardó en los almacenes de la villa, junto con otras piezas de monumentos varios donde quedó abandonado y olvidado. Cuando a finales del siglo XX se restauró la casa de Cisneros, alguien se acordó del grifo de Cibeles y fue trasladado al jardincillo de este edificio. Por su parte, el oso adornaba uno de los paseos de la Casa de Fieras del Retiro. En la actualidad, tanto el oso como el dragón forman parte de las colecciones del Museo de los Orígenes de Madrid, en cuyo patio renacentista pueden contemplarse, junto a los remates de tritones y nereidas de las Cuatro fuentes del Paseo del Prado.
Actualmente las gentes de Madrid le ofrecen los titulos y victorias del glorioso Real Madrid.
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