En 1476, el rey granadino Abul Hasán Alí, al que los cristianos llamaban Muley Hacén recibió al recaudador de Fernando con las siguientes palabras:
"Dile a tu rey que los que pagaban tributo han muerto, y que en Granada no se fabrican ya, para los cristianos, más que hierros de lanzas y hojas de cimitarras".
En 1481, los musulmanes asaltaron la fortificación castellana de Zahara de los Atunes y ocuparon la zona. Ante esta última provocación, los Reyes Católicos declararon la guerra a los granadinos; una penosa y larga contienda, pues debido a la estratégica situación de la capital del reino, Granada estaba rodeada de fortificaciones, fue necesario, primero, ir conquistado otras plazas de menor importancia y también los distintos puertos, para evitar las ayudas procedentes del norte de Africa, de forma que, una vez establecido el bloqueo la ciudad sitiada, ésta se rindiera, perdida la esperanza de cualquier ayuda exterior.
Málaga fue tomada en 1487 y, tras un duro estado de sitio, Al Zagal entregó Guadix y Almería (1489) y emigró al Magreb, donde fue despojado de las riquezas que los reyes le habían permitido llevar en su exilio. Con esto, Granada y sus doscientos mil habitantes quedaban aislados y sitiados.
El 28 de noviembre de 1491, tras largas negociaciones de Gonzalo Fernandez de Córdoba, El Gran Capitán, con los granadinos, se llegó a un acuerdo de rendición de la ciudad. A Boabdil se le reconocía el gobierno independiente de un pequeño territorio en las Alpujarras, mientras que los habitantes de Granada quedaban en libertad de emigrar a Africa o de quedarse en España.
Era el 2 de enero de 1492. Al salir el sol resonaron por la vega de Granada tres cañonazos disparados en la Alhambra. Era la señal convenida para que los reyes de Castilla y Aragón saliesen de Santa Fe a tomar posesión de nuestra ciudad. El ejército español, vestido de gala, avanzó grave, silencioso, con la alegría en el corazón, por la Vega hasta llegar a las puertas de Granada. Sin entrar en ella, porque la caridad de la reina quiso excusar a sus afligidos habitantes esta gran tristeza, allí se detuvo.
El Cardenal Mendoza con tres mil infantes y algunos escuadrones de caballería se destacó del ejército, atravesó el Genil y subió por la Cuesta de los Molinos a la explanada de los Mártires.
Boabdil avanzó después adonde estaba nuestra incomparable reina, que le recibió con semblante bondadoso y señales de emoción, entregándole el hijo que teníamos en rehenes hasta el cumplimiento del compromiso.
1 comentario:
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Creo que si la gente se decide a leer blogs como este puede que la sociedad vaya cambiando poco a poco. Es la esperanza que tenemos todos los autores a la hora de escribir un articulo.
Por cierto, buen post!
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