En la historia de la literatura, el epos, las res getae, conmueven a los poetas. De esta conmoción nacen la Ilíada, la Eneida, el Mio Cid, el Cantar de los Nibelungos, las sagas vikingas, el Cantar del Roldán, el ciclo bretón del Rey Arturo y el Grial, Ivanhoe, o ese épico desafío a la profundidad del mar y lo real que acosa al capitán Ahad en Moby Dick.
¿Sabes por qué largos ríos de hombres y mujeres
enfrentaron avalanchas de calamidades
con firmeza y devoción en sus ojos?
¿Sabes por qué los espartanos no retrocedieron en las Termópilas
a pesar de que sabían que sobre sus cuerpos caerían
las cascadas de puñales
de la muerte devoradora?
¿Sabes por qué los rebeldes de Masada
prefirieron el fin por propia mano
antes que ver sus rostros bajo la égida prepotente
de los estandartes romanos?
¿Sabes por qué el Samurai
no toleraba vivir como una flor despojada de su grácil color?
¿Sabes por qué muchos se sacrificaron, sin dudarlo,
para regalarles sal y nuevos días de sol
a otros humanos?
¿Sabes por qué algunos no toleraron la existencia mediocre
y sólo latieron al sudar entre las laderas
que llevan hasta las cumbres altas?
¿Sabes por qué era todo aquello?
Aun tú, era pobre y banal,
lo sabes, aunque desees ocultarlo.
Todo aquello era por eso...
Por eso:
Por el honor.
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