La falcata es un tipo de arma blanca, una espada de hierro originaria de Iberia, y relacionada con las poblaciones indígenas ibéricas anteriores a la conquista romana, fue muy usada entre los pueblos íberos o los celtíberos limítrofes con los primeros, siendo la espada de "antenas" más común en la zona más céltica de la Península.
Las primeras falcatas halladas en la Península Ibérica se fechan en el siglo V a. C., y perduraron hasta finales del siglo I a. C. Aunque se han hallado falcatas en otras regiones, la gran mayoría proceden de la Alta Andalucía y del Sureste. Por consiguiente, se puede afirmar que es un arma característica de los antiguos contestanos y bastetanos, y no la espada emblemática de todos los pueblos ibéricos.
Los antiguos hispanos no la denominaban ‘falcata’, ya que se trata de un término erudito del siglo XIX, utilizado para designar un tipo característico de arma ibérica prerromana con forma vagamente similar a la de una hoz (falx).
"Corta los brazos de raíz, desde el hombro, separa las cabezas de los cuerpos con un solo golpe de tajo, deja las entrañas al descubierto y produce toda clase de horribles heridas."
Plinio el Viejo, escritor latino del siglo I d.C
“En cuanto a las armas algunos celtiberos usan escudos ligeros como los galos y otros circulares (...) Sus espadas tienen doble filo y están fabricadas con excelente hierro, también tienen puñales de un palmo de longitud. Siguen una practica especial de fabricación de sus armas pues entierran laminas de hierro y las dejan así, hasta que con el curso del tiempo el oxido se ha comido las partes mas débiles quedando solo las mas resistentes (...). El arma fabricada de esta forma descrita corta todo lo que pueda encontrar en su camino, pues no hay escudo, casco o hueso que pueda resistir el golpe dada la extraordinaria calidad del hierro (..)" Diodoro de Sicilia 5, 33
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