Traslate

miércoles, 30 de junio de 2010

Guerrilleros españoles en la guerra de la independencia.

Desde mediados de 1809, a medida que los fracasos militares dejaban al país en manos francesas, se extendió la guerra popular, motivada por estímulos que iban desde los sentimientos patrióticos, religiosos, hasta la necesidad de oponerse al pillaje enemigo. Las guerrillas eran incapaces de acciones masivas, aptas para batir al ejército invasor. Sólo atacaban cuando eran superiores y, ante fuerzas mayores, huían sin comprometerse. Sin enfrentamientos directos con el enemigo, sus acciones más frecuentes eran las emboscadas a destacamentos,el asalto a convoyes y la intercepción de correos. Sus jefes fueron casi siempre hombres salidos del pueblo (Espoz y Mina, El Empecinado, el cura Merino),aunque no faltaban algunos oficiales jóvenes (Porlier, Miláns del Bosch, Manso). Su sostenimiento era sencillo, pues buena parte del armamento y vestuario se lograba con las presas tomadas al enemigo y, al combatir en terreno propio, contaban con el apoyo masivo de la población, a la que mantenían en su actitud de resistencia. Por otra parte, perseguían y castigaban a los colaboradores del enemigo y desorganizaban los servicios franceses de retaguardia. Prestaron inapreciables servicios de información y cobertura a los ejércitos regulares, cuando éstos pudieron salir nuevamente a campaña. Su actuación masiva entretuvo gran cantidad de tropas enemigas que, de otro modo, se habrían empleado contra Cádiz o Torres Vedras.


LOS GUERRILLEROS practicaban un tipo de lucha distinto al que conocía el ejército napoleónico. Era una actuación campesina y primitiva: cruel, barata y eficaz. Cuando los franceses se extendían en una región para perseguirles, los destacamentos franceses perdían fuerza y estaban expuestos a las emboscadas. Cuando se concentraban, el territorio volvía a manos de los guerrilleros. Las partidas, de organización sencilla, se diseminaban fácilmente cuando aumentaba la presión enemiga. Y volvían a reunirse si disminuía. El poder central comprendió la importancia de este tipo de guerra, que llegó a contar con más de 30 000 combatientes organizados en partidas diversas y con jefes locales; d más importante de los cuales, Espoz y Mina, logró encuadrar 8000 hombres y controlar Navarra y parte de Aragón y la Rioja. Así, se publicó un Reglamento de Partidas y un decreto regulador del Corso Terrestre, en 1809. Pero las disposiciones oficiales no incidieron en la institución guerrillera, verdaderamente autónoma de los poderes públicos-ineficaces frente a los invasores-, mientras la guerrilla popular era la única fuerza que se les oponía.

EL GUERRILLERISMO ESPAÑOL fue uno de los primeros ejemplos de la participación generalizada en la guerra. Fenómeno desconocido en el absolutismo típico de la historia contemporánea. La guerra permitió la extensión de las ideas patrióticas y de la soberanía nacional.
Desde el punto de vista militar guerra irregular no era un hecho independiente. Había sido practicada por cuantas poblaciones, desde la antigüedad, se oponían a un ejército invasor. Lo realmente nuevo consistió en animar a los jóvenes guerrilleros y a la población a que colaborara con ideales que mantuvieran viva la rebelión.
Fuente: Boinasverdes.org

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