En 1683, la ciudad de Viena fue asediada por las hordas turcas y tártaras, con más de cien mil hombres. En varias ocasiones estuvo a punto de ser tomada la ciudad, al abrir brecha en sus murallas las vociferantes ortos (Batallones de dos mil hombres), que atacaban una y otra vez en incansables oleadas, a pesar de ser diezmadas por los sitiados. La situación en la ciudad se agravaba aún más por el hambre y el tifus...
Como una repetición de la irrupción por las hordas de Atila, casi todo el Sureste. balcánico es invadido por los otomanos. Sobíesky, que accede al trono al destituir la Dieta a su inepto antecesor, envía a su hijo, el príncipe Alejandro, al frente de los Escuadrones de húsares (unos cinco mil hombres), que sorprenden a los sitiadores acampados al pie de las murallas vienesas.
Los húsares, en alud incontenible y sorpresivo, aplastan con los cascos de sus cabaIlas, de la raza árabe del Caspio las tiendas y vivacs de los sitiadores. Los turcos huyen en desbandada dejando sobre el campo sus tiendas, enseres y ganados. Se repite así el triunfo que, diez años antes, consiguiera Juan III en Jotin frente a los suecos.
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