El gran asedio turco de la isla de Malta en 1565 es una de las más heroicas y desconocidas historias que han protagonizado soldados españoles. El desproporcionado ejército con el que afrontaron ambos bandos la batalla hizo de todo lo que allí aconteció un suceso clave en la historia de la historia, aquella que habla de hombres que luchan por ideas ante la imposibilidad de ganar un mañana. Sólo hay un documento fiable de todo lo que allí sucedió, que es el diario escrito por Francisco Balbi de Correggio, soldado italiano españolizado, luchaba para Felipe II, que pasó junto a sus compañeros los cuatro meses que duró el terrible asedio y que dejó constancia, día a día, de lo que allí ocurrió. Aparte de este libro, en la propia isla de Malta hay multitud de rastros que aún se mantienen en pie y desde los que se puede entender lo ocurrido. Es emocionante escuchar a los guías que explican el asedio las heroicas batallas que tuvieron acento hispano. El final de aquella barbarie tiene la imagen de barcos de la Corona española dispuestos a acabar con el bloqueo otomano pero, ¿cuál fue el principio?
Hay una bella historia sobre el precio que pagaron los caballeros de la Orden Hospitalaria de San Juan por asentarse en la rocosa ínsula. La milicia cristiana fue expulsada en 1522 de la mediterránea isla de Rodas por las tropas turcas de Solimán el Magnífico. Los caballeros vagaron durante siete años por el Mare Nostrum sin tener un lugar en el que asentarse hasta que el emperador Carlos V les cedió la isla de Malta a cambio de un halcón que debían enviarle cada año, también tenían que mandar a España anualmente un vaso con agua de una fuente y dar una misa.
En 1530, la antigua Orden Hospitalaria de San Juan pasó a llamarse Orden de Malta. En realidad, la roca se convierte en el bastión desde el que contener el avance turco por el Mediterráneo. El, ya rey, Felipe II posee este lugar y la costa tunecina como enclaves desde los que contener el avance de las tropas de la media luna y desde los que lanzar sus naves para hostigar a las naves berberiscas. (Los corsarios habían intentado ya llegar hasta la costa balear).
En este escenario, y tras un fuerte ataque lanzado en 1551 a la propia Malta, llegan noticias, en 1565, a los caballeros de la Orden de Malta, de que Solimán prepara de nuevo un feroz asedio a la isla. “A nosotros, con la presa de Malta, nos resultarían muchos bienes y grandezas, pues correríamos todos aquellos mares de Poniente con mucha de nuestra reputación y daño de nuestros enemigos y con el tiempo nos apoderaríamos de Sicilia”, espetó el Magnífico a sus generales. Durante los 14 años que han transcurrido entre ambos ataques, el entonces Gran Maestre de la Orden, el francés Jean Parisot de la Valette, había previsto que los turcos volverían y había preparado la bienvenida. Se reforzó el fuerte de San Ángel en la ciudad de Birgu y se construyeron los fuertes de San Telmo, en La Valeta, y de San Miguel, en la ciudad de Senglea. Los tres fuertes, que cerraban la entrada de la bahía, se convirtieron en enclaves desde los que bombardear con facilidad la entrada de naves enemigas. Cualquiera que visite la isla, algo que recomendamos a todos los amantes de la historia, puede observar aún la disposición de los tres castillos y hacerse una idea de la gran batalla que frente a sus muros se sucedió.
Historia de vieja Iberia
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