Posteriormente la izquierda retrógrada, resentida y trasnochada decidió que aún era posible ganar la guerra y descubrió el negocio revanchista, comenzando las campañas contra símbolos, calles y hechos históricos “franquistas” con el inapreciable apoyo de determinados catedráticos pesebreros de la Universidad de Cantabria entre los que destacaba el de Historia D. Carlos Dardé. El cañón era una de las piezas a cobrar, producía violencia a los santanderinos, ya se sabe. Por supuesto, el Ayuntamiento de Santander, ocupado por melifluos peperos no dudó en crear comisiones y subcomisiones para estudiar el asunto cediendo ante la minoría progre como ya es costumbre, procediendo a deshacerse del “violento artilugio”.
Afortunadamente se salvó de la destrucción ya que se hizo cargo de él la villa de Limpias en su pequeño pero maravilloso museo de la Armada Española, una auténtica joya. No por ello dejó de ser objetivo de las iras de los talibanes defensores de la libertad y la democracia. Hasta aquí su historia “ornamental”.(...) Continua leyendo en El Abanderado Falangista haciendo click en la imagen.

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